Bienvenido a 1922, en un speakeasy con bancos de terciopelo azul rey acolchado, bajo un espejo de cristal envejecido. En las paredes, los dibujos en blanco y negro que recuerdan los vientos de libertad que soplaron sobre la creación artística, y una biblioteca que ofrece una selección de libros antiguos sobre la historia de París —o más bien, las historias de París— que ha conocido tantos sobresaltos.
Adiós 1922, porque por la mañana, el bar clandestino se transforma en un remanso de paz, con olor a croissant caliente y pan tostado.
El Desayuno
Todas las mañanas, entre las 7:30 y las 10:30, te recibiremos bajo el gran techo de cristal bordado con celosías, que filtra la luz del joven día, para no pesar sobre los ojos aún somnolientos. Bollería francesa, huevos revueltos, salchichas, cereales, crepes, pan vegano a petición y, por supuesto, zumo de fruta exprimido: puedes quedarte el tiempo que quieras para degustar todas nuestras sugerencias. O también puedes pedir que las traigan a tu habitación.
La Terraza
Justo enfrente de su casa, Monsieur Cadet ha instalado mesas de bistró para poder disfrutar de los hermosos días al aire libre. Ver pasar a la gente con sus cestas es una distracción que siempre le hace sonreír; de vez en cuando, es él a quien verás pasar, yendo a la frutería de al lado para escoger las frutas y verduras que lleva de vuelta al bar del hotel.
Luego le preparamos un zumo fresco, de su propia composición y siempre diferente. Porque Monsieur Cadet cambia de gustos como de camisas.